PARA VIVIR EL ESCRITOR QUE LLEVAMOS DENTRO

Bastaban solo letras, un abecedario

para que la mano firme, usara el teclado

para crear historias, un mundo imaginario,

para hacer volar la mente del pobre corazón desamparado.

Bastaban solo frases, oraciones y párrafos

para hacer una obra de arte

para levantar muertos y elevar almas en vano

para hacer miles de maravillas con los dedos en el teclado.

Bastaban solo hojas en blanco, 

bastaba solo un artista callado

callado por la sociedad seca

que gracias a él mojaría por fin sus labios.

Bastaba solo imaginación,
para abrir la puerta de la magia que tenemos en el interior,
para aprender a volar,
para poner nuestras mentes a funcionar.

Bastaba solo una persona,
con curiosidad, con creatividad,
solo un alma activa,
para encender el sol de la libertad.

Bastaba solo una simple tecla,
una letra y un café,
bastaban solo dedos hábiles
para poner el mundo al revés.

PARA... LOS... "INVISIBLES"

Como fantasmas nos escondimos bajo las sombras,

corrimos, andamos, espiamos, lloramos, reímos,

pero nadie se dio cuenta de que solitarios nos volvimos

a pesar de lo mucho que nos afectaban los que sí estaban vivos.

La lluvia mojó nuestras cabezas,

y fríos nuestros corazones se enterraron

en un mar de lamentos

en un muro de hierro que solo nosotros labramos.

Nadie nos veía,

por más llamativos que nos vistiéramos,

por más fuerte que gritáramos,

por más duro que chocáramos.

Todos pasaron a través de nosotros,

como si fuéramos invisibles,

sin fuerzas, insensibles,

pensamos que tal vez lo eramos.

Como fantasmas nos escondimos bajo el duro delirio,

corrimos, andamos, espiamos, lloramos, reímos,

pero nadie se dio cuenta de nuestro interminable martirio

a pesar de lo mucho que nos afectaban los que sí estaban vivos.

PARA AQUELLOS CON IMANES INVISIBLES

Congelada de terror, notó que en su estomago bailaban mariposas y que su corazón tenía un ritmo que ni ella conocía, un ritmo más rápido, fuerte y estruendoso que el de un tren a alta velocidad. Comenzó a sudar de nervios mientras a su helado cuerpo llegaba el calor del chico que tenía al lado. Él era alto, sin embargo su mano alcanzaba justo la altura de la de ella. Y allí estaban, parados uno al lado del otro, estancados en un instante de tensión que ella percibía mejor que nadie. Sus manos casi rosándose pero sin tocarse. Ella desesperada, ¿como resistirse al imán que la atraía hacía él? Entonces cerro sus ojos, logró despejar un poco su mente, y sin previo aviso al cerebro, su mano se movió hacía la de él siguiendo la orden de su corazón.